La cera de abejas blanca sufre un proceso de purificación por el que pierde su color amarillo característico, así como su aroma. Esto la convierte en un producto muy útil en cosmética y elaboración de velas y jabones, pues permite una gran libertad de coloración. Al ser tan alta su composición en ácidos grasos, concretamente en ácido palmítico, su punto de fusión es muy bajo (de unos 60ºC). La cera de abeja destaca como una gran estabilizadora de emulsiones, espesando e impermeabilizando las superficies que cubre, creando una película protectora.

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Materia prima de uso cosmético.

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